martes, 10 de julio de 2012

Capitulo 1 [Parte 3]

Sin duda tengo que olvidarme de él. Quemar mis recuerdos y nuestros sueño, porque nuestro futuro.... ya no existe. Pero es que, no puedo. De nuevo una cantidad infinita de preguntas invade mi cabeza. Mi mente está demasiado confusa para pensar algo, o por lo menos pensar algo con sentido. Pero, ¿qué puedo hacer? Sé  que el amor adolescente es así y ahora no me entra en la cabeza conocer a más personas y volverme a enamorar. Sé que es lo típico que se dice, que me volveré a enamorar y ya pero yo ahora no puedo imaginarme un mundo sin él ¿acaso puedo pensar de otra forma? Todos aquellos que digan que sí, mienten.
Me despierto al rato de haber amanecido, ¿cuántas horas abre dormido? Muy pocas. Los recuerdos de la noche anterior vuelven a mi mente. Mejor dicho, él viene a mi mente. Lo peor es que cuando mis padres se despierten, me espera otra discusión. Ayer no sé que pasó, pero no se enfadaron mucho... De repente algo me sobresalta, mi despertador. ¿Qué hace sonando? Claro, hoy hay clases. No creo que vaya. No estoy de humor, aunque tampoco me apetece pasar el día sola. Que más da, tengo que acostumbrarme a la soledad al fin y al cabo pasaré el resto de mi vida sin amor, ¿qué hay peor que eso?

domingo, 24 de junio de 2012

Capitulo 1[Parte 2]

-¿Ágata?-  su voz suena al otro lado del teléfono
No me siento capaz de contestar, ¿acaso no sabe lo mucho que estoy sufriendo?
-¿Qué quieres?- consigo decir con un hilo de voz
-Siento llamar tan tarde, solo era para decirte que lo siento. Sé que no entiendes que quiera dejarlo, pero espero que algún día te des cuenta del porqué. Yo no soy suficiente para ti. Necesito que sepas que esto lo hago por ti, te quiero.
-No me hagas reír, no pienso escuchar tus mentiras. No sirve de nada que intentes excusarte diciendo que lo haces por mí, en el fondo sabes que no es así. Hazme un favor y no vuelvas a llamar, mejor dicho no vuelvas a aparecer en mi vida ya me has hecho sufrir demasiado.
Ojalá pudiera decirle que en el fondo estoy deseando verle, que vuelva a mi lado y que le necesito.... pero no puedo. Tengo que ser fuerte, o al menos parecerlo, porque en mi interior algo se está rompiendo en pedazos destrozando el último rastro de mi felicidad. Antes de que él pueda volve a hablar, cuelgo. No quiero volver a oír su voz, no me siento capaz. Sería demasiado duro, demasiado doloroso. Tiró el móvil al suelo bruscamente y veo como se hace pedazos al caer. Me siento sin fuerzas, perdida. ¿Por qué? Me tumbo en la cama y intento no pensar, pero es imposible. Su imagen acude a mi cabeza sin yo poder hacer nada para evitarlo. Sin darme cuenta empiezo a cantar nuestra canción. Sí, aquella que hizo que nos conociésemos. Pero eso es algo en lo que no quiero pensar ahora. Esa canción ya no me trae felicidad ahora solo evoca dolor y sufrimiento. ¿Cómo voy a estar toda mi vida sin él? Él era mi felicidad, era todo. Sin él, ya no soy nada.

sábado, 16 de junio de 2012

Capitulo 1 [Parte 1]

Supongo que ya es hora de volver a casa. Me espera una descomunal bronca al llegar . Lo sé, a unos padres no les suele gustar que su hija adolescente de quince años vaya sola, por estas calles tan siniestras. No les agradaría que caminase por aquí ni aunque fueran las tres de la tarde. Son demasiado protectores, como la mayoría de padres, supongo.Rebusco en mi bolso hasta encontrar mi móvil. No es un móvil muy moderno, simplemente tiene lo necesario. Se puede llamar y mandar mensajes de texto. Nunca me han gustado esos móviles con internet que actualmente tiene la mayoría de personas. Están constantemente mandándose mensajes, además, con ellos es más fácil localizarte… y no me gusta sentirme localizada, no me gusta que la gente sepa donde estoy y que hago en cada momento. Enciendo el móvil, pongo el código pin y tras esperar unos segundos me avisa de un que tengo un SMS nuevo. Lo abro. Genial, justo lo que me temía diecisiete llamadas perdidas, todas de mis padres. Era de esperar. Miro la hora las tres y media. Estoy a media hora de casa en coche. Decido que lo mejor será coger un taxi. Así que empiezo a caminar en busca de uno.A las cuatro y cuarto estoy en la puerta de mi casa. Me acuerdo cuando venía con él. Siempre nos despedíamos con un beso. De repente me doy cuenta de que estoy llorando otra vez. Tengo que ser fuerte, no puedo llorar más. Encuentro las llaves en un bolsillo de mis vaqueros. Respiro hondo. Me secó las lágrimas con las mangas del jersey y encajo la llave en la cerradura. Abro la puerta lentamente, procurando hacer el menor ruido posible. Aunque que más da, mis padres estarán esperándome despiertos. Entro y efectivamente allí están, desde la entrada veo la luz del salón encendida. Mi cuarto está en el piso de arriba así que empiezo a subir las escaleras. Oigo unos pasos detrás de mí. 
-¡Ágata!- me chilla mi madre- ¿Se puede saber donde has estado todo este tiempo? No sé que te está pasando pero estás muy rara, ¿tú sabes como de preocupados nos tenías a tu padre y a mí? No claro que no lo sabes, porque eres una egoísta y solo te importa como estás tú.
Yo ni me giro para escucharla. Sigo subiendo las escaleras mientras ella sigue insultándome. Si cree que me va a molestar se equivoca. Cuando llego a mi cuarto oigo la voz de mi padre, pero no consigo entender lo que dice, aunque tampoco es que me importe. Cierro la puerta de un golpe y después todo permanece en silencio. Dejo el bolso tirado en el suelo. Todo me da vueltas no puedo más, mi mundo se derrumba y yo no puedo hacer nada para evitarlo. Me tumbo en la cama, sigo vestida. Tampoco es que me apetezca ponerme el pijama así que me quedo así. Quieta e intentando mantener la mente en blanco. Pero solo vienen a mi mente imágenes suyas. Entonces en medio del silencio de la noche oigo mi móvil. Alguien me está llamando. No me muevo, ¿para qué? No tengo ganas de hablar con nadie. De repente me doy cuenta de una cosa, el tono de llamada no es el habitual, es el que tengo para sus llamadas. Antes de que cuelgue me levanto. Veloz como un rayo consigo encontrar el móvil. Le doy al botón de descolgar y lo escucho, su voz. No me puedo creer lo mucho que la he echado en falta, demasiado…

domingo, 27 de mayo de 2012

Prólogo

Lo siento. Esas fueron las últimas palabras que oí salir de tu boca. No lo entiendo. Por más que lo intento sigues en mi mente. No te puedo olvidar, ¿cómo pretendes que lo haga? Apareciste y me hiciste feliz, me hiciste sentir especial, única, el ser más afortunado de este planeta. No entiendo por qué te tienes que ir. Si dices que me quieres, ¿por qué no estás a mi lado? Está claro que nada puede salir como yo quiero, la vida es tan injusta. Tú eras el único que me entendía y ahora, ahora no me queda nada. Cada músculo que muevo, cada respiración, cada pensamiento, se encarga de recordarme que tú no estás a mi lado y que ya nada merece la pena. Me siento perdida, este mundo pierde lógica a cada paso que doy. Estoy sumida en un pozo de miseria, justo en el fondo y por más que grite sé que nadie me va a escuchar porque simplemente estoy en un mundo ajeno a todo. Mis problemas no le conciernen a nadie. Tú eras mi salvación el hilo que me unía a la felicidad pero alguien lo cortó, no sé si fuiste tú o si el causante fue el tiempo. Recuerdo todos aquellos momentos de felicidad y no logro entender tus motivos para acabar con ellos. Cada vez que pienso en la tarde de ayer, en la que me miraste con tus ojos del color de la esperanza, esa misma esperanza que me enseñaste y me hiciste pensar que era mía, pero que luego te llevaste cuando yo más la necesitaba. No puedo evitar llorar cada vez que lo recuerdo. Aquí estoy ahora, caminando sin rumbo en mitad de la noche, por estas solitarias y sombrías calles de Madrid. Tan solitarias como mi alma.